La terapia conductual es una forma de terapia que se basa en los principios del conductismo. La escuela de pensamiento conocida como conductismo se centra en la idea de que aprendemos de nuestro entorno.
En la terapia conductual, el objetivo es reforzar las conductas deseables y eliminar las no deseadas o desadaptativas. Las técnicas utilizadas en este tipo de tratamiento se basan en las teorías del condicionamiento clásico y condicionamiento operante.
Una cosa importante a tener en cuenta sobre las diferentes terapias de comportamiento es que a diferencia de otros enfoques teórico-prácticos, la terapia conductual se basa en la acción.
El comportamiento en sí es el problema, y el objetivo es enseñar a los pacientes nuevos comportamientos para reducir al mínimo o eliminar de este modo el problema. Se considera que el viejo aprendizaje llevó al desarrollo de un problema, por lo que la idea es que el nuevo aprendizaje puede arreglarlo.
- Las bases de la terapia conductual
Los dos principios básicos que conforman la terapia conductual son el condicionamiento clásico y el operante.
El condicionamiento clásico implica formar asociaciones entre estímulos y el condicionamiento operante por su parte se centra en cómo el refuerzo y el castigo se pueden utilizar para aumentar o disminuir la frecuencia de un comportamiento.
Estos métodos tienen la ventaja de estar muy centrados en la conducta problema, lo que permite que se puedan producir resultados rápidos y eficaces.
- ¿Es efectiva la terapia conductual?
Cuando se trata de problemas de comportamiento específicos la terapia conductual a menudo puede ser más eficaz que otros enfoques.
Las fobias, los trastornos de pánico y el trastorno obsesivo-compulsivo son ejemplos de problemas que responden bien a los tratamientos conductuales.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que los enfoques centrados en el comportamiento no son siempre la mejor solución.
Por ejemplo, la terapia de comportamiento no es generalmente el mejor enfoque en el tratamiento de los trastornos psicológicos más graves, como la depresión, el trastorno bipolar o la esquizofrenia.
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